miércoles, 23 de enero de 2013

Sombrero Seleccionador 2

-No-respondiste sin dudar- Pero guardaré el secreto de...-señalaste el pelufo rosa que sostenía George- eso.
-Es una Mota Pigmeo Rosa-te corrigió George.
-¡Genial!-dijo Fred pasándote un brazo por los hombros y arrimándote a él.- A partir de ahora prometemos no ser demasiado malos contigo, ¡bienvenida al club de fans de los gemelos Weasley!
-¿Qué demonios es eso?-preguntó Lee- ¿Y por qué yo no sé nada de eso?
-¡Porque lo acabamos de crear ahora mismo!-añadió George.
-¡Exacto!-corroboró Fred cogiendo una chapa de la chaqueta de su hermano. Apuntó con su varita a la chapa roja que ponía Gryffindor- ¡Photographius Regard!
Un hilo dorado salió de la chapa y los gemelos lo rozaron con sus dedos.
-¡Estamos encantados de conocerte!-gritó George dándote la espalda, al igual que Fred.
Miraste a Lee enarcando una ceja esperando que él te aclarara algo.
Lee volvió a abrir la revista de quidditch perdiendo todo el interés en los gemelos.
-Sólo espera y verás-fue lo único que te dijo Lee.
Volviste a mirar a los gemelos y ellos se dieron la vuelta.
-¡Aquí tienes!-dijo Fred extendiendo una mano en la que estaba la misma chapa roja
Cogiste la chapa y observaste que ya no era exactamente la misma chapa. Podías ver el inicio de la "G" de "Gryffindor", pero el resto de las letras estaban tapadas por unos gemelos sonrientes, incluso Fred guiñaba un ojo.
-¡Estamos encantados de conocerte!-gritó el George de la chapa sorprendiéndote.
Reíste al ver como los dos gemelos de la foto sacaban sus lenguas a la vez.
Fred te revolvió el pelo.
-Si el hechizo se agota no te pongas a llorar ¿vale?-dijo George- Sólo búscanos y lo haremos de nuevo.
-¿Quieres que cambie tu chapa Lee?-le preguntó Fred acercándose a él. Parecía dispuesto a hacerlo independientemente de la respuesta de éste.
-¡No!-dijo Lee alejándose de Fred- ¿Por qué no le cambias la chapa a tu hermano?
-¡Esa es una gran idea!-George abrió la puerta del compartimento
-Salvo porque ya hemos llegado-se quejó Fred cuando el tren aminoró la marcha hasta detenerse.
-¡Compartís casa! ¡Podéis hacerlo en cualquier momento!-les recordó Lee.
Tuviste la impresión de que sólo intentaba proteger su chapa de Gryffindor.
De repente oíste un ladrido y recordaste a Herbie.
-¡Tengo que irme!-saliste corriendo por el pasillo hasta llegar al compartimento en el que antes habías dejado tu equipaje. Como intuías o habías oído, Herbie estaba ladrando.
Cogiste tu equipaje y a Herbie antes de bajar del tren.
Te sorprendiste cuando una mano gigante te quitó la caja de Herbie.
-¿Qué tenemos aquí? ¿Una bola de pelo?-una hombre corpulento, de más de dos metros y con una barba algo enmarañada, intentó meter la mano por los barrotes de la caja, pero sólo le cupieron algunos dedos.- No ladres o los de primer año no podrán oírme.
Herbie dejó de ladrar y el hombre te tendió de nuevo la caja.
-¡Bienvenida a Hogwarts! ¡Soy Hagrid, el guardabosques y el profesor de Cuidado con las Criaturas Mágicas!
Tú asentiste algo intimidada por su tamaño.
-¡Los de primer año! ¡Los de primer año por aquí!-canturreó Hagrid consiguiendo que más personas como tú se agruparan en torno a él.- ¡Dejad el equipaje aquí y seguidme!- y echó a andar a grandes zancadas sin esperar a nadie más.
Cuando llevabais caminando un rato, la chica de tu derecha tropezó, y tú la sujetaste.
-Gracias-sus ojos eran grisáceos y su cabello miel estaba peinado perfectamente en una coleta. No tenía ni un pelo fuera de su sitio.- Soy Susan Bones-se presentó.
Tú le dijiste tu nombre, y en ese momento llegasteis a un lago en el que había unas canoas a la orilla.
-¡Montaos por parejas o no se moverán!-gritó Hagrid.
-¡Vamos!-te instó Susan.
Las dos subisteis a la canoa juntas y ésta empezó a moverse provocando que las dos estuvierais a punto de caeros. Eso consiguió arrancaros algunas risas.
-¡El castillo es impresionante!-exclamó Susan cuando éste quedó a la vista.
-¡Ya lo creo!-estuviste de acuerdo.
-¡Menos mal! Sé que estoy bastante impresionada, pero es que soy mestiza y no supe nada de la magia hasta hace una semana, cuando me peleé con mi hermana y deseé que le saliera la leche por las orejas... ¡Y así fue! -las dos rompisteis a reír al imaginaros la situación.
-Mis padres son muggles, y yo me he enterado hoy, al principio pensé que la carta era alguna broma.-te sonrojaste al recordar algo- Le he pegado una bofetada a un chico por llamarme bruja-confesaste consiguiendo que volvierais a reír.
Llegasteis al castillo y entrasteis. Una bruja con lo que tu consideraste que era un estereotipo de disfraz de Halloween con su sombrero puntiagudo pidió que os callarais. Ella se presentó como Minerva Mcgonagall, la subdirectora del colegio y la jefa de la casa de Gryffindor. Os explicó que no teníais que preocuparos por nada, que entraríais en el comedor en fila y que cuando dijera vuestro nombre os sentaríais en un taburete y os pondría el Sombrero Seleccionador. Luego éste diría vuestra casa e iríais a sentaros a la mesa que aplaudiera.
Te pareció bastante sencillo, pero te sorprendiste cuando la profesora Mcgonagall dijo tu nombre y que no había recibido tu lechuza que confirmaba tu asistencia al centro.Te sonrojaste y viste que alguien que no conocías se rió de ti hasta que la profesora le miró a él.
-Yo no tengo lechuzas, señora-respondiste.-¡Ah! Padres muggles, es verdad-dijo mirando un pergamino- No te preocupes, se te dará todo lo que te falte, hay un fondo especial para alumnos de familias muggles-te informó.
Tú volviste a sonrojarte cuando la gente empezó a murmurar.
 -¡Callaos!-gritaste al ver que Susan también se estaba avergonzando, seguramente al ser mestiza.-¿Y qué si mis padres son muggles? ¡Si estoy aquí es porque valgo tanto como vosotros!-Tras eso se instauró un silencio de sorpresa.
 -Parece que tiene espíritu, pero por favor contrólese-te ordenó la profesora Mcgonagall, sin embargo, estaba sonriendo.
 Entrasteis en el gran comedor en filas de dos y te fijaste en los cuatro colores de estandártes que había: escarlata con un león dorado, esmeralda con una serpiente plateada, azul con un águila en bronce, y amarillo con un tejón negro. La verdad es que lo hiciste por no mirar a toda la gente que estaba sentada en las mesas.
 Te pusiste más nerviosa conforme empezaban a decir nombres y los alumnos que antes estaban contigo se iban sentando en las mesas que aplaudían. Tal como dijo la profesora Mcgonagall. A veces el Sombrero Seleccionador tardaba unos minutos y otras apenas rozaba el cabello que gritaba una casa. Rogaste por ser de los de la segunda opción. Y entonces dijeron tu nombre.
Te sentaste en el taburete y pusieron el Sombrero Seleccionador en tu cabeza. No dijo nada en un minuto, y tú te fuiste poniendo nerviosa.
-Eres curiosa... pero no lo suficiente para estar en Ravenclaw. No eres de Slytherin, tu valor y tu lealtad prevalecen sobre ingenio...-palpaste tus bolsillos con la esperanza de encontrar algo con lo que no te quedaras sin casa. 
-¡Estamos encantados de conocerte!-la chapa que te dieron Fred y George gritó, consiguiendo que te sonrojaras y que todo el Gran Comedor estallara en risas, hasta el Sombrero Seleccionador tuvo una pequeña risilla.
-Veo que has conocido a dos Weasley...-continuó el Sombrero como si no hubiese habido una interrupción- Te gusta hacer amistades y las valoras por encima de todo. Tienes mucha lealtad y un gran sentido de la justicia, por lo tanto ¡HUFFLEPUFF!
La mesa de los estandartes amarillos con el tejón estalló en aplausos, y tú te dirigiste hacia allí aún sonrojada.
Te saludaron y te dieron palmadas en la espalda, pero sólo te quedaste con un nombre en ese momento: Cedric Diggory, un chico de cabello ondulado y cobrizo que tenía una sonrisa perfecta y estaba sentado enfrente de ti.
Susan Bones se sentó junto a ti en la mesa y te dio un abrazo, consiguiendo que desviaras la mirada de Cedric.
-¡Estoy contigo! ¡De verdad quería estar junto a ti y reírnos aún más! ¿Escuchaste la risilla del Sombrero Seleccionador?
Asentiste y estallaste en carcajadas al recordarlo junto con Susan, como si eso hubiera pasado 50 siglos atrás. Ya no estabas avergonzada por ello, de hecho, sacaste la chapa en la mesa y la enseñaste a tus compañeros de casa, os reísteis todos juntos. 
Viste como Fred y George levantaban los brazos desde el otro extremo del comedor y te saludaban. Levantaste la mano y saludaste de vuelta sonriendo.

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